En innumerables ocasiones, y toda vez que existen diversos intereses en un contrato de obra o en una locación, es aconsejable tener contratos a medida.

Si no es el caso, de todos modos podemos ayudarlo a entender como se aplica la ley en materia de intimaciones, prestaciones incumplidas y rescisiones e incluso retenciones de obra.

Idealmente hay ciertas directrices que hacen a la buena práctica, pero todo dependerá del tipo de obra de que se trate, de su entidad, metraje y sin dudas del plazo de ejecución.

Dependerá de lo que el comitente espere del profesional y de lo que el profesional logre exigir al constructor.

Hay libros de obras, libros de comunicaciones, hay mecanismos novedosos derivados de medios tecnológicos para agilizar y extremar los recaudos para cumplir las contrataciones. Así y todo pueden existir los incumplimientos.

Todos pueden blindarse con buenos contratos, pero todos aún así deberán lidiar con incumplimientos en las prestaciones, o con cambios de situaciones y circunstancias, e incluso con pandemias extraordinarias que cambian la base contractual.

En Obra Pública el famoso desequilibrio contractual no es otra cosa más que incumplimientos que nacen justamente de algún hecho fortuito o extraordinario. En Obra Privada demoras de proveedores, falta de materiales o incluso restricciones de circulación y suspensiones de obras, pueden generar incumplimientos no gratos para ninguna de las partes de la relación.

Sufren comitentes, sufren profesionales y también lo hacen los desarrollistas y constructores.

Para tales conflictos derivados de los incumplimientos de contratos de obra, existen mecanismos novedosos previstos por el Código Civil y Comercial de la Nación, como por ejemplo, la obligación de renegociar de buena fe las prestaciones, que pueden iluminar la salida, sin sufrir grandes pérdidas.